Entre la Esperanza y la INDIFERENCIA
Reflexión acerca de las elecciones universitarias
Omar E. Jaimes Santiago
Historia - UNFV
En el mes de mayo como todos los años se celebrará una vez más la fiesta democrática universitaria, se elegirán nuevas autoridades (para este caso es cada 3 años) y representantes estudiantiles. Villarreal se llenará nuevamente de volantes publicitarios con todo tipo de propuestas, que serán impulsadas por "fervorosos" estudiantes comprometidos con la causa universitaria, si es que el electorado los honra con su voto de confianza para alcanzar un puesto en el Consejo de Facultad, Consejo Universitario o Asamblea Universitaria, según sea el caso. Es esto una apología a la fecha. No, es en realidad mas de lo mismo, es la descripción de los últimos años y si este año también es así, no tendría porque sorprendernos, pues tampoco tendría nada de malo, pero ello no quiere decir que sea bueno. Quizás se ha vuelto lo normal, estableciéndose así un Status Quo universitario. Un par de días después se reinician las clases, todo sigue igual, aquí no paso nada. "Nuevas" autoridades, nuevos representantes estudiantiles, hay que seguir estudiando y no esperar nada porque poco o nada nos van a dar. La advertencia esta dada, no se vayan a desilusionar.
Aunque a decir verdad, el esperar que la masa estudiantil se desilusiones sería paradójicamente, un buen indicador, pues ello manifestaría el hecho de que hubieron expectativas hacia algún cambio importante se diera en la universidad o por lo menos en sus facultades. Sin embargo, pareciera que hasta eso es mucho pedir. El corazón reaccionario y las ganas de logra algo juntos o de buscar nuestras propias reivindicaciones acordes con nuestro tiempo, parecen haber muerto por completo o sencillamente mueren en el intento, o cabra preguntarse si alguna vez existieron, no lo sé, solo llevo poco más de dos años en esta universidad. Las redes clientelares parecen haberse consolidado y muchas de las agrupaciones políticas estudiantiles parecen más bien clubes de amigos con conflictos abiertamente declarados (entre clubes) y con exigentes fines de lucro. No obstante, esta es solo una faceta del problema universitario en su conjunto, pero es el comportamiento estudiantil el objeto de análisis en esta columna.
Ahora bien, dudo mucho que características como estas sean de propiedad exclusiva de la Villarreal, es más que probable que lo mismo ocurra en otras universidades públicas de Lima y de provincias, pues para nadie, creo yo, es un secreto que la educación publica y superior esta pasando por sus momentos más críticos, en todos sus aspectos; que la vanguardia intelectual se ha trasladado a las instituciones privadas, al igual que el centro de la discusión de los problemas nacionales o que las condiciones en las que estudiamos, así como los recursos que nos destinan son insuficientes, por no decir frustrantes, además de estacionarios.
Como es de esperarse, cuando alguien problematiza sobre el porqué de estos asuntos, lo primero que se hace es buscar culpables, antes de detenerse a analizar concientemente cada uno de esos puntos y en esa tendenciosa manía de juzgar con dedo acusador, el primero que cae siempre es el Estado (es el puerquito de la historia), que el gobierno tiene la culpa, pues si es cierto; que las autoridades universitarias tienen la culpa, también es cierto; que el sistema neoliberal, bueno supongo que también; pero de lo que si estoy más seguro es que muy pocos estudiantes dirían "yo tengo la culpa", y para empezar hablar en plural "nosotros tenemos más culpa aún por haberlo permitido".
Comprendo que muchos podrán no estar de acuerdo con esta aseveración, asumiendo el papel de victimas frente a lo que se considera el mal gobierno. Pero, reflexionemos un poco más sobre ello, cualquier individuo que este vinculado o no a la universidad, tiene grados de pertenencia que van en función a aquello con lo que se pueden o no identificar y como es de suponerse uno se identifica con lo que cree que es suyo y por lo tanto forma parte de su interés cotidiano, porque sabe y esta al tanto de que cualquier cosa que le afecte puede beneficiarlo o perjudicarlo de alguna u otra manera. Yo me pregunto entonces, cuál es el grado de pertenencia que tienen los estudiantes villarrealinos con su universidad o dicho de otra manera, qué tanto se identifican con ella. Únicamente aquella persona que no siente ni establece ningún lazo de afinidad con la universidad se desentiende de ella y siempre priorizará sus propios intereses, pues como quien dice: "Cada quien baila con su propio pañuelo". Pero hay algo más todavía: el entender el porqué del desentendimiento. Pues si uno no se identifica con la institución es sencillamente porque no tiene motivos para sentirse orgulloso de ella, convirtiéndolo dentro de su imaginario en un instrumento relativamente utilitario para conseguir el interés inmediato, que son muy diversos por cierto.
Pertenecemos aún entonces a la generación rentista de los 90, pujante por un título inmediato y la necesidad o hasta ambición de un trabajo bien remunerado en cualquier institución del estado, con la plena pero mal entendida conciencia de competitividad basado en el atropello de unos contra otros, los lazos clientelares se encargaron de fragmentar aún más a la masa estudiantil y casi por inercia la exigencia y la rigurosidad académica fue vista como un obstáculo en la medida en que esta no les permitía avanzar con la rapidez y facilidad los ciclos académicos propios de la especialidad, pugnando a través de las instancias correspondientes por el ablandamiento curricular y en algunos casos el amedrentamiento a algunos de los pocos buenos docentes que tenemos, por cuestiones de exigencia.
Ello como es de suponerse trajo como resultado una mayoritaria mediocridad académica que como mencione inicialmente no es propia de esta casa de estudios, sino también de muchas universidades nacionales, sin embargo hay que pensar también que los pecados de los otros no justifican los nuestros, pero de plano manifiestan como se fue formando la tradición clientelista y la expansión de sus redes, en la que muchos de los estudiantes no vacilan en participar. Se consolida entonces nuestra propia mediocridad política e intelectual, propias de nuestro tiempo y fiel reflejo de la política nacional.
La pregunta nace entonces por cuenta propia: Quehacer, problematizo algunas veces con algunos de mis compañeros de salón y aunque no encontramos respuestas definitivas al asunto, dejamos ideas sueltas que me tomo la molestia de articular, mediante esta columna. En ese sentido, me parece entonces necesario aclarar que si los estudiantes villarrealinos no esperan nada de sus dirigentes estudiantiles, de sus autoridades o de la política universitaria en general, sencillamente poco o nada se puede hacer, pues que sentido tendría la existencia de agrupaciones políticas o de centros federados si el desinterés o la indiferencia estudiantil es lo que predomina, de que reivindicaciones podemos hablar si no tenemos en claro objetivos y metas que son propias de una agenda universitaria, donde las razones de lucha común se superpongan a los intereses particulares o grupales.
Ahora bien, con ello no quiero decir que se deben formar nuevas agrupaciones políticas "independientes" con la bandera de la moralidad y el trabajo, tampoco el llamamiento a que algunos se organicen y salgan a las calles a marchar o tomar locales, buscando obviamente llamar la atención del resto que no entiende el porqué, pero se ve afectado. Esa es la manera en que se hace política acá o por lo menos manifiesta lo que se entiende por hacer política. Creo que la alternativa pasa más bien por el esfuerzo de crear expectativas en la masa estudiantil, por hacer que esta piense un poco más en su universidad, es decir en las condiciones en las que estudia y el problema en el que se encuentra inmerso, en el hecho de saber que es lo que se puede hacer y de que manera se puede ayudar. Eso no esta en manos de las autoridades, sino de los propios estudiantes. El día de las elecciones entonces es una fecha propicia para ello, que debe dejar de ser una fecha simplemente para votar, para empezar a convertirse en la culminación de un tiempo de debate sobre nuestra problemática y las posibles vías de desarrollo común, en la que los estudiantes mismos exijan a las agrupaciones: representantes y propuestas serias que se puedan sustentar y demuestren que se merecen estar en el Consejo, en otras palabras que sean los propios estudiantes quienes obliguen a cambiar (en el sentido de reformarse) a las agrupaciones existentes, para que estos se vean en la obligación de respondernos como se debe.
Quien les escribe a encontrado una verdadera razón para identificarse con la Villarreal y aunque suene raro me identifico con su problemática, pues representa un reto y su lucha por ser parte de la solución me identifica con ella. Ya que el ser universitario no implica simplemente el pasar de años, tener un título y buscar un trabajo, sino también en el sentir que se ha dejado algo para bien, como parte de su lucha y se vuelve motivo de su propio orgullo e identidad. Porque el destino y el devenir de la Universidad Federico Villarreal esta intrinsicamente unido a la de sus miembros y en especial a la de sus estudiantes, si el uno se desentiende del otro entonces su existencia como conjunto desaparece y su misión como institución se hace infértil. La universidad no hace a los alumnos, son los alumnos quienes hacen a la Universidad. Y esta en nuestras manos el construir lo que nosotros queramos que sea. Un amigo me dijo alguna vez: "No es necesario ser dirigente o consejero para hacer algo por tu facultad" Cuan cierto es eso, pero quiero agregar a ello con este artículo que no es suficiente el haber reconocido nuestros errores, si no el esfuerzo para ver como hacemos para superarlo.
Reflexión acerca de las elecciones universitarias
Omar E. Jaimes Santiago
Historia - UNFV
En el mes de mayo como todos los años se celebrará una vez más la fiesta democrática universitaria, se elegirán nuevas autoridades (para este caso es cada 3 años) y representantes estudiantiles. Villarreal se llenará nuevamente de volantes publicitarios con todo tipo de propuestas, que serán impulsadas por "fervorosos" estudiantes comprometidos con la causa universitaria, si es que el electorado los honra con su voto de confianza para alcanzar un puesto en el Consejo de Facultad, Consejo Universitario o Asamblea Universitaria, según sea el caso. Es esto una apología a la fecha. No, es en realidad mas de lo mismo, es la descripción de los últimos años y si este año también es así, no tendría porque sorprendernos, pues tampoco tendría nada de malo, pero ello no quiere decir que sea bueno. Quizás se ha vuelto lo normal, estableciéndose así un Status Quo universitario. Un par de días después se reinician las clases, todo sigue igual, aquí no paso nada. "Nuevas" autoridades, nuevos representantes estudiantiles, hay que seguir estudiando y no esperar nada porque poco o nada nos van a dar. La advertencia esta dada, no se vayan a desilusionar.
Aunque a decir verdad, el esperar que la masa estudiantil se desilusiones sería paradójicamente, un buen indicador, pues ello manifestaría el hecho de que hubieron expectativas hacia algún cambio importante se diera en la universidad o por lo menos en sus facultades. Sin embargo, pareciera que hasta eso es mucho pedir. El corazón reaccionario y las ganas de logra algo juntos o de buscar nuestras propias reivindicaciones acordes con nuestro tiempo, parecen haber muerto por completo o sencillamente mueren en el intento, o cabra preguntarse si alguna vez existieron, no lo sé, solo llevo poco más de dos años en esta universidad. Las redes clientelares parecen haberse consolidado y muchas de las agrupaciones políticas estudiantiles parecen más bien clubes de amigos con conflictos abiertamente declarados (entre clubes) y con exigentes fines de lucro. No obstante, esta es solo una faceta del problema universitario en su conjunto, pero es el comportamiento estudiantil el objeto de análisis en esta columna.
Ahora bien, dudo mucho que características como estas sean de propiedad exclusiva de la Villarreal, es más que probable que lo mismo ocurra en otras universidades públicas de Lima y de provincias, pues para nadie, creo yo, es un secreto que la educación publica y superior esta pasando por sus momentos más críticos, en todos sus aspectos; que la vanguardia intelectual se ha trasladado a las instituciones privadas, al igual que el centro de la discusión de los problemas nacionales o que las condiciones en las que estudiamos, así como los recursos que nos destinan son insuficientes, por no decir frustrantes, además de estacionarios.
Como es de esperarse, cuando alguien problematiza sobre el porqué de estos asuntos, lo primero que se hace es buscar culpables, antes de detenerse a analizar concientemente cada uno de esos puntos y en esa tendenciosa manía de juzgar con dedo acusador, el primero que cae siempre es el Estado (es el puerquito de la historia), que el gobierno tiene la culpa, pues si es cierto; que las autoridades universitarias tienen la culpa, también es cierto; que el sistema neoliberal, bueno supongo que también; pero de lo que si estoy más seguro es que muy pocos estudiantes dirían "yo tengo la culpa", y para empezar hablar en plural "nosotros tenemos más culpa aún por haberlo permitido".
Comprendo que muchos podrán no estar de acuerdo con esta aseveración, asumiendo el papel de victimas frente a lo que se considera el mal gobierno. Pero, reflexionemos un poco más sobre ello, cualquier individuo que este vinculado o no a la universidad, tiene grados de pertenencia que van en función a aquello con lo que se pueden o no identificar y como es de suponerse uno se identifica con lo que cree que es suyo y por lo tanto forma parte de su interés cotidiano, porque sabe y esta al tanto de que cualquier cosa que le afecte puede beneficiarlo o perjudicarlo de alguna u otra manera. Yo me pregunto entonces, cuál es el grado de pertenencia que tienen los estudiantes villarrealinos con su universidad o dicho de otra manera, qué tanto se identifican con ella. Únicamente aquella persona que no siente ni establece ningún lazo de afinidad con la universidad se desentiende de ella y siempre priorizará sus propios intereses, pues como quien dice: "Cada quien baila con su propio pañuelo". Pero hay algo más todavía: el entender el porqué del desentendimiento. Pues si uno no se identifica con la institución es sencillamente porque no tiene motivos para sentirse orgulloso de ella, convirtiéndolo dentro de su imaginario en un instrumento relativamente utilitario para conseguir el interés inmediato, que son muy diversos por cierto.
Pertenecemos aún entonces a la generación rentista de los 90, pujante por un título inmediato y la necesidad o hasta ambición de un trabajo bien remunerado en cualquier institución del estado, con la plena pero mal entendida conciencia de competitividad basado en el atropello de unos contra otros, los lazos clientelares se encargaron de fragmentar aún más a la masa estudiantil y casi por inercia la exigencia y la rigurosidad académica fue vista como un obstáculo en la medida en que esta no les permitía avanzar con la rapidez y facilidad los ciclos académicos propios de la especialidad, pugnando a través de las instancias correspondientes por el ablandamiento curricular y en algunos casos el amedrentamiento a algunos de los pocos buenos docentes que tenemos, por cuestiones de exigencia.
Ello como es de suponerse trajo como resultado una mayoritaria mediocridad académica que como mencione inicialmente no es propia de esta casa de estudios, sino también de muchas universidades nacionales, sin embargo hay que pensar también que los pecados de los otros no justifican los nuestros, pero de plano manifiestan como se fue formando la tradición clientelista y la expansión de sus redes, en la que muchos de los estudiantes no vacilan en participar. Se consolida entonces nuestra propia mediocridad política e intelectual, propias de nuestro tiempo y fiel reflejo de la política nacional.
La pregunta nace entonces por cuenta propia: Quehacer, problematizo algunas veces con algunos de mis compañeros de salón y aunque no encontramos respuestas definitivas al asunto, dejamos ideas sueltas que me tomo la molestia de articular, mediante esta columna. En ese sentido, me parece entonces necesario aclarar que si los estudiantes villarrealinos no esperan nada de sus dirigentes estudiantiles, de sus autoridades o de la política universitaria en general, sencillamente poco o nada se puede hacer, pues que sentido tendría la existencia de agrupaciones políticas o de centros federados si el desinterés o la indiferencia estudiantil es lo que predomina, de que reivindicaciones podemos hablar si no tenemos en claro objetivos y metas que son propias de una agenda universitaria, donde las razones de lucha común se superpongan a los intereses particulares o grupales.
Ahora bien, con ello no quiero decir que se deben formar nuevas agrupaciones políticas "independientes" con la bandera de la moralidad y el trabajo, tampoco el llamamiento a que algunos se organicen y salgan a las calles a marchar o tomar locales, buscando obviamente llamar la atención del resto que no entiende el porqué, pero se ve afectado. Esa es la manera en que se hace política acá o por lo menos manifiesta lo que se entiende por hacer política. Creo que la alternativa pasa más bien por el esfuerzo de crear expectativas en la masa estudiantil, por hacer que esta piense un poco más en su universidad, es decir en las condiciones en las que estudia y el problema en el que se encuentra inmerso, en el hecho de saber que es lo que se puede hacer y de que manera se puede ayudar. Eso no esta en manos de las autoridades, sino de los propios estudiantes. El día de las elecciones entonces es una fecha propicia para ello, que debe dejar de ser una fecha simplemente para votar, para empezar a convertirse en la culminación de un tiempo de debate sobre nuestra problemática y las posibles vías de desarrollo común, en la que los estudiantes mismos exijan a las agrupaciones: representantes y propuestas serias que se puedan sustentar y demuestren que se merecen estar en el Consejo, en otras palabras que sean los propios estudiantes quienes obliguen a cambiar (en el sentido de reformarse) a las agrupaciones existentes, para que estos se vean en la obligación de respondernos como se debe.
Quien les escribe a encontrado una verdadera razón para identificarse con la Villarreal y aunque suene raro me identifico con su problemática, pues representa un reto y su lucha por ser parte de la solución me identifica con ella. Ya que el ser universitario no implica simplemente el pasar de años, tener un título y buscar un trabajo, sino también en el sentir que se ha dejado algo para bien, como parte de su lucha y se vuelve motivo de su propio orgullo e identidad. Porque el destino y el devenir de la Universidad Federico Villarreal esta intrinsicamente unido a la de sus miembros y en especial a la de sus estudiantes, si el uno se desentiende del otro entonces su existencia como conjunto desaparece y su misión como institución se hace infértil. La universidad no hace a los alumnos, son los alumnos quienes hacen a la Universidad. Y esta en nuestras manos el construir lo que nosotros queramos que sea. Un amigo me dijo alguna vez: "No es necesario ser dirigente o consejero para hacer algo por tu facultad" Cuan cierto es eso, pero quiero agregar a ello con este artículo que no es suficiente el haber reconocido nuestros errores, si no el esfuerzo para ver como hacemos para superarlo.
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