Ni los hospitales se salvan de los ruidos molestos
Una medición realizada por la Facultad de Ingeniería Geográfica, Ambiental y Ecoturismo de la Universidad Nacional Federico Villarreal reveló que frente al Instituto Nacional del Niño, en la avenida Brasil, el sonómetro registró 98,2 decibeles cuando la Organización Mundial de la Salud recomienda un máximo de 55 decibeles.
La contaminación sonora no respeta los hospitales ni las bibliotecas.
Así lo vienen comprobando alumnos y expertos de la Facultad de Ingeniería Geográfica, Ambiental y Ecoturismo de la Universidad Nacional Federico Villarreal, quienes realizan mediciones ambientales y controlan los decibeles (dB) del ruido en diferentes distritos de la capital.
Una de las constataciones recientes, en la puerta de la Biblioteca Nacional (avenida Abancay), se hizo a las 10:30 de la mañana, hora en que los sonómetros registraban 104,4 decibeles. En tanto, en la avenida Brasil, frente al Instituto Nacional del Niño, donde se supone no deben existir ruidos molestos, el aparato detectó 98,2 decibeles.
El problema no es solo de estas zonas. Las mediciones efectuadas en el Centro de Lima, en diversas zonas financieras o comerciales, e incluso en arterias de algunos barrios residenciales de distritos como Miraflores, San Isidro, San Borja, Surco, entre otros, revelan que los ruidos son cada vez más frecuentes y sin control, y se están convirtiendo en una amenaza para la salud.
Por ejemplo, los controles llevados a cabo en el paseo Chabuca Granda (Centro de Lima), a las 11 de la mañana, arrojaron como resultado 107 decibeles. Frente al Congreso de la República también se midieron los decibeles y estos llegaron a 95, resultado muy parecido al detectado en la avenida Javier Prado: 92,2 decibeles.
Los resultados en otros distritos como Breña, Jesús María y San Miguel fueron muy parejos (entre 92 y 100 decibeles).
"En todos los puntos visitados los alumnos y profesores hemos comprobado que los ruidos superan los niveles de la OMS (55 dB) y se convierten así en ruidos molestos y nocivos que, por lo estridente y permanente, son amenazas y agresiones directas a la salud", afirmó el ingeniero Michel Romaní, uno de los profesores de la mencionada facultad, quien tiene a su cargo los controles que realiza la Universidad Villarreal.
Romaní explicó que en todos los casos los ruidos superan los 80 decibeles y agreden de forma permanente a los vecinos de los distritos que los soportan, además de causar una serie de daños en la capacidad auditiva.
"Se ha encontrado, por ejemplo, que en varias arterias de Miraflores, como la avenida Larco, el cruce de las avenidas Angamos con Arequipa, entre otras, el sonido supera los 95 decibeles. Igual sucede con arterias de Lince, Barranco, Surco. Lo contrario a los Pantanos de Villa, donde el sonido alcanza los 48 dB y en la Rinconada del Lago, en La Molina, 60 dB", añadió.
MAPA SONORO
Los especialistas advirtieron que en las últimas semanas, por causa de trabajos viales que se realizan en calles de diversos distritos de la capital, el congestionado tránsito ha dado lugar al uso y abuso de cláxones y bocinas, situación que ha incrementado los ruidos ambientales hasta hacerlos molestos y nocivos.
Explicaron que desde hace dos años alumnos y profesores de la Facultad de Ingeniería Ambiental de la UNFV han creado un taller de investigación sonora en radio (Isonar) a través del cual vienen diseñando los trazos del mapa sonoro de Lima y para este fin realizan controles mensuales de los ruidos en distintos puntos de la ciudad.
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